Un principio ético es un imperativo categórico que
atañe como deber a ser validado por toda la razón humana en todo tiempo y
espacio. Son orientaciones generales que funcionan como guía para que la
persona pueda concretar el valor ético último: La dignidad de la persona
humana. Otro ejemplo de principio ético es que “toda persona debe ser respetada
en su autonomía”, este principio concretiza en breves palabras que hay que defender a la persona en todo
sentido y que es éste un valor supremo. Así mismo, cuando se afirma el
principio de que “toda persona es digna de respeto en su autonomía” se está
hablando de un imperativo ético para todo hombre, y en este caso el principio
es principio no porque la imponga la autoridad, sino porque la razón humana lo
percibe como evidentemente válido en consideración con el valor de la libertad,
tan esencial en la naturaleza humana.
Se enuncian tres principios morales fundamentales:
Autonomía, Beneficencia y Justicia.
Indudablemente, los principios éticos básicos son formales, su contenido es
general: "debemos hacer el bien", "debemos respetar la libertad
de los demás", "debemos ser justos", entre otros.
Por otro lado, una norma ética nos guía en la forma en la que debemos actuar para poder cumplir los con los principios éticos básicos en la realidad práctica. Son prescripciones que establecen qué acciones de una cierta clase deben o no deben realizarse. Las normas son en cierta manera formales, pero a diferencia de los principios, el contenido de las normas es mucho mayor, más específica y no debe dar cabida a la ambigüedad, esta realizada en pro de los principios.
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